Escribe Hugo Alume...para los egresados memoriosos del 65, 66 y 67.

Atrás quedaba,el Hospital Militar Central,donde concluí mi residencia quirúrgica, con enorme satisfacción y varios logros. Distintas personalidades que participaron en mi formación,quedaron ligadas a mi vida. Pero había decidido un paso definitorio, dejar el Hospital, donde me aseguraban continuidad, integrando el staff de cirugía, con todo su potencial,en una época de privilegio, para pasar al hospital Tornú, hospital de tuberculosos, con una clase social,diferente y un enormehumanismo. Mi propósito era continuar mi formación en cirugía torácica y seguir a mi jefe de residente, el Dr. Óscar L Aguilar, que retornaba a su hospital de origen, donde su tío el profesor Hernán D Aguilar , ejercía la jefatura del Servicio de cirugía.
Desde luego mi ingreso fue como concurrente adhonorem, gracias a mis padres y hermanos.
El primero de abril de 1965 ingresaba a ese mundo totalmente distinto. Ese mismo año, se iniciaba el internado rotatorio de medicina del Salvador, en el pabellón Etelvina Gonzales Chaves de Torello, de cirugía, donde el Dr. Hernán Aguilar , asumió el cargo de profesor titular de cirugía de la facultad de medicina del Salvador y el Dr. Óscar L Aguilar, como director del internado rotatorio de medicina, cargo que asumí al año siguiente, reemplazando al Dr. O. Aguilar.
El pabellón tenía tres salas de internación, con pacientes mayoritariamente tuberculosos, aunque el hospital internaba mujeres tuberculosas, el pabellón de cirugía tenía una sala de hombres, con dicha patología, para tratamiento quirúrgico.
Las distintas rotaciones de internos, que pasaban por el hospital cada dos meses, conocieron y se apiadaron con ternura de una jovencita uruguaya, que padecía una tuberculosis pulmonar. Generaba una tierna piedad,por su corta edad y su bella dulzura y por su nobleza, porque pese a su grave situación, que luego referiremos, se dedicaba a ayudar y consolar a otras pacientes y desde luego era mimada por los Internos que cursaban desde las 8hrs,hastadespués de las 17hrs.y efectuaban guardias en el pabellón, con el apoyo logístico de la Guardia Central.
Esta joven adolescente llevaba ya una internación prolongada. La enfermedad estaba localizada en el lóbulo superior derecho, con cavernas y en actividad, que no había respondido a lo tuberculostáticos de entonces, posiblemente por resistencia a los mismos. Por tal motivo se decide la indicación quirúrgica, efectuandósele la extirpación del lóbulo superior del pulmón derecho. Posteriormente padece un nuevo foco pulmonar de su enfermedad, localizado en el lóbulo superior izquierdo, ,pese a estar medicada. La situación magníficada, adquiría, una marcada gravedad.
Por decisión del jefe , eminente tisio cirujano, me otorgó la responsabilidad del tratamiento dispuesto, que consistía en un procedimiento de colapso muy particular. En una cirugía de baja complejidad,abordando quirúrgicamente el tórax, en una toracotomia reducida, había que despegar la pleura parietal, que es la que reviste la pared torácica por dentro y al despegarla, se genera un espacio o cavidad, a la par que al descender la pleura desciende el lóbulo superior, ésto se conoce como apicolisis y luego ese espacio, se mantiene con insuflacion de aire.
Para mantener colapsado el lóbulo superior donde asentaba la nueva lesión. Éste procedimiento conocido como neumotorax terapéutico, suplía un procedimiento
habitual para la éPoca, que consistía en la extirpación de varias costillas para aplastar el pulmón, con una notable deformación del tórax. A partir de realizado el despegamiento de la pleura parietal, todas las semanas teníamos con Ana María el encuentro, para inyectarle aire en la cavidad establecida,durante todo el tiempo que fuera necesario. Explicándole la razón, conteniéndola y esperando nuevas drogas que no habían llegado al País. Un largo y pesaroso año, repitiendo cada semana el procedimiento.
Irrumpen las nuevas drogas en Argentina y nuestro hospital tuvo acceso a ellas: la rifampimicina y ethambutol obraron milagro, pronto se negativizó, cicatrizo la lesión, y las sesiones semanales contuvieron la lesión, dando oportunidad a los nuevos tuberculostáticos. Los internos iniciaron los festejos para despedir a Ana María, pronto a ser dada de alta, el festejo fue doble, porque antes de partir, a los 16 años, tuvo su primera menstruación. Durante los 41 años de permanencia en nuestro querido Hospital Tornú, ella participo de todos los festejos.


1 comentario:

  1. Qué bello relato, Hugo...Yo no recuerdo a Ana María pero tengo muy presente la técnica de extirpación de varias costillas para colapsar el pulmón que le hicieron a mamá en el año 1942, el Dr. Bottini. Con el pulmón colapsado vivió bien hasta los 92 años.Ella no tenía TBS pero tenía un quiste aéreo y eso la salvó. Con cariño. Susana Villa

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